Carola Malvina López, con su nombre, lleva las islas a
los Juegos Olímpicos de Londres 2012, y con sus 30 años la experiencia, ya que la misma fue
bautizada con el nombre de una de las islas en pleno conflicto con Inglaterra.
Hoy se prepara para competir y sólo piensa en una medalla,
nos cuenta: “Me llamo Malvina por una de las islas. Mis padres dudaban entre
ponerme así o llamarme Soledad, por la otra”, cuenta Carola Malvina López
Rodríguez, sentada en un banco de una plaza de la Universidad Nacional de
Córdoba, donde se preparara para la cita más importante de su vida.
Se llama Malvina y a 30 años de la guerra por las islas
competirá en Inglaterra representando a Argentina. Nació el 17 de abril de 1982
y hoy es una de los clasificadas para los Juegos Olímpicos. Su deporte es el taekwondo,
en la categoría de menos de 49 kilos.
Carola lleva el “Malvina” con seguridad, aunque no le
pesa; por eso quiere cuidar el simbolismo que ha tomando su nombre en los
últimos días. Asegura que se dio cuenta de las coincidencias sin quererlo, que
fue un periodista venezolano el que ató mágicamente los cabos sueltos. “Para mí
es algo muy emotivo, claro que sí. Muy loco que se dé todo ahora: los 30 años,
mi nombre, en Londres. Pero no quiero politizar lo que me toca vivir”, advierte
y convida mate dulce, su desayuno antes de comenzar la rutina.
Es viernes por la mañana y como cada viernes está lista
para entrenarse en el gimnasio de la Universidad. Lleva el pelo suelto, largo,
y anillos, muchos, en ambas manos. Es flaca y su altura está sobre la media del
biotipo para su deporte. Y está preparándose para luchar el 8 de agosto en
Londres, único día del taekwondo en los Juegos. Lo que esperó toda su vida. Si
hasta se sabe la cantidad de cámaras que filmarán los combates, los detalles
del pabellón, el nombre del lugar.
Viene luchando contra todo y por eso sueña con conseguir
una medalla. Por sobre lo demás. Conoce al detalle la coyuntura política entre
Argentina y Gran Bretaña y tiene opiniones al respecto. Pero las guarda para
los íntimos. Al resto, la prensa y los dirigentes, les mostrará su cara más
romántica: la de la chica que ha dado la vida para llegar al lugar que ocupa.
“La pasé muy mal en 2011. Tuve varias lesiones que me
dejaron afuera de los Panamericanos y cuando estaba preparándome para el clasificatorio
para las Olimpiadas recibí una patada que me quebró una mano”, describe. La
cicatriz roja en la izquierda es testimonio de esa herida. “Me pusieron cinco
clavos, yeso... Pensé que no llegaba. Pero llegué a tiempo. Dos semanas antes
me sacaron toda la curación y fui a luchar”, se entusiasma.
Todo pasó en noviembre del año pasado, en Querétaro,
México. Fue entonces que, dice, se transformó hasta conseguir el pase a los
Juegos de Londres. “Veo los videos de aquellos días y siento que soy otra. Que
había sacado las emociones de mi cabeza. Que sólo pensaba en clasificarme para
Londres”, cuenta entusiasmada.
Un capítulo de la biografía de Rafael Nadal la marcó. Su
entrenador, Jeovani Baeza, le hizo leer lo que el español contaba sobre sus
emociones: cómo las ocultaba, las reprimía, las anulaba al competir. Ella lo
aplicó en el momento clave. “Quiero volver a ser esa Carola”, se propone.
Ave Fenix
A Carola le gusta la imagen del Ave Fenix. “No sólo por
las lesiones del año pasado. También por las cosas que viví antes. En 2007 dejé
de competir. Estaba cansada de las diferencias políticas en la Confederación
Argentina de Taekwondo. Me desgastó y dejé todo”. Ese año estudiaba Ciencias
Económicas en la Universidad Católica y cambió el deporte por un trabajo como
administradora. Olvidó lo suyo y pasó a reinventarse como una
mujer diferente.
Pero por esa “cabeza fuerte” que dice tener volvió a
cambiar. En 2010, entusiasmada por la mejoras en su deporte y por el
aliento de Jeovani decidió regresar. “Este es un deporte en el que es más
importante la confianza en uno mismo que la parte física”.
Hoy vive en Nueva Córdoba y aunque nació acá, vivió su
niñez y su juventud en Neuquén con sus padres y sus tres hermanos. Sus papás,
Miriam Rodríguez (ya fallecida) y Luis López, se habían conocido en Santa Rosa
de Calamuchita y unos años después se mudarían al sur del país. Pero antes
llegaría Malvinas, la guerra en abril y el nacimiento de la niña.
“Nací en Córdoba
capital. El 17 de abril de 1982. Me pusieron Malvina, aunque ni mi papá ni mi
mamá estaban directamente involucrados ni relacionados con la guerra. Fue por
una cuestión de sentimientos. Quizá fue porque mi madre era muy respetuosa de
los símbolos patrios, era de llevar la escarapela el 25 de mayo o el 9 de
julio”, describe.
Y desde entonces no mucho más. Ni las maestras la
hicieron protagonista de actos escolares ni nadie se la había imaginado en
algún spot publicitario sobre Malvinas. Hasta que consiguió su clasificación a
Londres, en medio del nuevo reclamo de soberanía de parte de Argentina, y su
historia se transformó.
El spot que protagonizó el jugador de hockey Fernando
Zylberbeg que, según la leyenda de la propaganda, se entrenó en suelo argentino
para competir en tierra inglesa hizo el resto. “No vi el spot de Malvinas. Es
que estoy entrenándome todo el tiempo. Quiero enfocarme en mi competencia y dar
lo mejor que pueda. Y quiero que el tiempo no pase para disfrutar la previa
de algo tan importante como los Juegos”, explica.
Claudio Morresi, el secretario de Deporte de la Nación,
la invitó a su despacho hace una semana.
Y en los últimos días medios de
todo el país no han parado de llamarla gracias a un artículo en el diario La
Nación en el que se menciona su nombre.
A todo, Carola lo tiene claro; pero sus urgencias van por
otro lado. Debe recuperarse de la mano porque tiene que viajar a Chile el 18 de
mayo y más tarde, debe participar del Sudamericano de taekwondo en Buenos Aires
antes del gran viaje a la Gran Bretaña. “Siempre soñé con conocer Londres.
Claro que es especial que ocurra ahora, pero quería conocerlo porque me parece
una ciudad increíble”, se entusiasma la cordobesa.
Lo logrará en apenas dos meses y bajo bandera argentina.
Deberá escribir su nombre en el formulario de inmigración, antes de que el
avión aterrice en Inglaterra y dejará constancia que lleva una marca particular
y emotiva.
Fuente: Federico Giammaria - http://mundod.lavoz.com.ar
Foto: Sergio Cejas.
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