sábado, 12 de mayo de 2012

Malvinas de Argentina a las olimpiadas de Taekwondo en Londres 2012

Carola Malvina López, con su nombre, lleva las islas a los Juegos Olímpicos de Londres 2012, y con sus 30 años la experiencia, ya que la misma fue bautizada con el nombre de una de las islas en pleno conflicto con Inglaterra.

Hoy se prepara para competir y sólo piensa en una medalla, nos cuenta: “Me llamo Malvina por una de las islas. Mis padres dudaban entre ponerme así o llamarme Soledad, por la otra”, cuenta Carola Malvina López Rodríguez, sentada en un banco de una plaza de la Universidad Nacional de Córdoba, donde se preparara para la cita más importante de su vida.

Se llama Malvina y a 30 años de la guerra por las islas competirá en Inglaterra representando a Argentina. Nació el 17 de abril de 1982 y hoy es una de los clasificadas para los Juegos Olímpicos. Su deporte es el taekwondo, en la categoría de menos de 49 kilos.

Carola lleva el “Malvina” con seguridad, aunque no le pesa; por eso quiere cuidar el simbolismo que ha tomando su nombre en los últimos días. Asegura que se dio cuenta de las coincidencias sin quererlo, que fue un periodista venezolano el que ató mágicamente los cabos sueltos. “Para mí es algo muy emotivo, claro que sí. Muy loco que se dé todo ahora: los 30 años, mi nombre, en Londres. Pero no quiero politizar lo que me toca vivir”, advierte y convida mate dulce, su desayuno antes de comenzar la rutina.

Es viernes por la mañana y como cada viernes está lista para entrenarse en el gimnasio de la Universidad. Lleva el pelo suelto, largo, y anillos, muchos, en ambas manos. Es flaca y su altura está sobre la media del biotipo para su deporte. Y está preparándose para luchar el 8 de agosto en Londres, único día del taekwondo en los Juegos. Lo que esperó toda su vida. Si hasta se sabe la cantidad de cámaras que filmarán los combates, los detalles del pabellón, el nombre del lugar.

Viene luchando contra todo y por eso sueña con conseguir una medalla. Por sobre lo demás. Conoce al detalle la coyuntura política entre Argentina y Gran Bretaña y tiene opiniones al respecto. Pero las guarda para los íntimos. Al resto, la prensa y los dirigentes, les mostrará su cara más romántica: la de la chica que ha dado la vida para llegar al lugar que ocupa.

“La pasé muy mal en 2011. Tuve varias lesiones que me dejaron afuera de los Panamericanos y cuando estaba preparándome para el clasificatorio para las Olimpiadas re­cibí una patada que me quebró una mano”, describe. La cicatriz roja en la izquierda es testimonio de esa herida. “Me pusieron cinco clavos, yeso... Pensé que no llegaba. Pero llegué a tiempo. Dos semanas antes me sacaron toda la curación y fui a luchar”, se entusiasma.

Todo pasó en noviembre del año pasado, en Querétaro, México. Fue entonces que, dice, se transformó hasta conseguir el pase a los Juegos de Londres. “Veo los videos de aquellos días y siento que soy otra. Que había sacado las emociones de mi cabeza. Que sólo pensaba en clasificarme para Londres”, cuenta entusiasmada.

Un capítulo de la biografía de Rafael Nadal la marcó. Su entrenador, Jeovani Baeza, le hizo leer lo que el español contaba sobre sus emociones: cómo las ocultaba, las reprimía, las anulaba al competir. Ella lo aplicó en el momento clave. “Quiero volver a ser esa Carola”, se propone.
Ave Fenix

A Carola le gusta la imagen del Ave Fenix. “No sólo por las lesiones del año pasado. También por las cosas que viví antes. En 2007 dejé de competir. Estaba cansada de las diferencias políticas en la Confederación Argentina de Taekwondo. Me desgastó y dejé todo”. Ese año estudiaba Ciencias Económicas en la Universidad Católica y cambió el deporte por un trabajo como admi­nistradora. Olvidó lo suyo y pasó a reinventarse como una mujer diferente.

Pero por esa “cabeza fuerte” que dice tener volvió a cambiar. En 2010, entusiasmada por la mejoras en su deporte y por el aliento de Jeovani decidió regresar. “Este es un deporte en el que es más importante la confianza en uno mismo que la parte física”.

Hoy vive en Nueva Córdoba y aunque nació acá, vivió su niñez y su juventud en Neuquén con sus padres y sus tres hermanos. Sus papás, Miriam Rodríguez (ya fallecida) y Luis López, se habían conocido en Santa Rosa de Calamuchita y unos años después se mudarían al sur del país. Pero antes llegaría Malvinas, la guerra en abril y el nacimiento de la niña. 

“Nací en Córdoba capital. El 17 de abril de 1982. Me pusieron Malvina, aunque ni mi papá ni mi mamá estaban directamente involucrados ni relacionados con la guerra. Fue por una cuestión de sentimientos. Quizá fue porque mi madre era muy respetuosa de los símbolos patrios, era de llevar la escarapela el 25 de mayo o el 9 de julio”, describe.

Y desde entonces no mucho más. Ni las maestras la hicieron protagonista de actos escolares ni nadie se la había imaginado en algún spot publicitario sobre Malvinas. Hasta que consiguió su clasificación a Londres, en medio del nuevo reclamo de soberanía de parte de Argentina, y su historia se transformó.

El spot que protagonizó el jugador de hockey Fernando Zylberbeg que, según la leyenda de la propaganda, se entrenó en suelo argentino para competir en tierra inglesa hizo el resto. “No vi el spot de Malvinas. Es que estoy entrenándome todo el tiempo. Quiero enfocarme en mi competencia y dar lo mejor que pueda. Y quiero que el tiempo no pase para disfrutar la previa de algo tan importante como los Juegos”, explica.
Claudio Morresi, el secretario de Deporte de la Nación, la invitó a su despacho hace una semana. 

Y en los últimos días medios de todo el país no han parado de llamarla gracias a un artículo en el diario La Nación en el que se menciona su nombre.

A todo, Carola lo tiene claro; pero sus urgencias van por otro lado. Debe recuperarse de la mano porque tiene que viajar a Chile el 18 de mayo y más tarde, debe participar del Sudamericano de taekwondo en Buenos Aires antes del gran viaje a la Gran Bretaña. “Siempre soñé con conocer Londres. Claro que es especial que ocurra ahora, pero quería conocerlo porque me parece una ciudad increíble”, se entusiasma la cordobesa.

Lo logrará en apenas dos meses y bajo bandera argentina. Deberá escribir su nombre en el formulario de inmigración, antes de que el avión aterrice en Inglaterra y dejará constancia que lleva una marca particular y emotiva.

Fuente: Federico Giammaria - http://mundod.lavoz.com.ar
Foto: Sergio Cejas.

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